Cultura Francisco Elías Prada, Desterrados del cielo En medio del montón de oportunistas que se autopromocionan blandiendo la bandera de un indigenismo que no ha logrado perpetuar el legado cultural o, por lo menos, mejorar de manera concreta las condiciones de vida de los habitantes primigenios de esta tierra de gracia, el fotógrafo Francisco Elías Prada sobresale por su decidida voluntad de registrar, desde la más ortodoxa postura documentalista aquella que no permite la más mínima intervención, lo que de auténtico les queda a las etnias aborígenes venezolanas.
Y para fortuna de quienes nos avergonzamos ante las abundantes visiones lastimosas, condescendientes y demagogas, la mirada de Prada parece despojarse de cualquier intencionalidad antropológica para limitarse a retratar la cotidianidad de los bari y los pemones: una cotidianidad, eso sí, que acusa síntomas de evangelización y de modernización en el terreno de la agricultura.
Pero, que quede claro: ya desde el título mismo de la serie, Desterrados del cielo, Francisco Elías Prada hace un llamado de atención acerca de la necesidad de que la mayoría reconozca su herencia indígena y hasta se encamine hacia un cambio en la forma de interrelacionarse con la naturaleza, aspecto éste del que tienen mucho que enseñarnos bari, pemones, yanomami, yukpas... El mensaje del fotógrafo es diáfano: "Debemos valorar profundamente la gran diversidad de la que estamos hechos, reconocerla, celebrarla, protegerla y sentirnos orgullosos de lo que somos, de nuestro origen". |