Una ciudad que atrapa a quienes la habitan. Relación amor-odio, círculo eterno de nunca acabar. La vida fluye y se conjuga de una manera particular entre los días y las noches comunes a todo el planeta, la luz y las sombras, los veranos de húmedos 100% y las cálidas tardes con un sol que invade los predios de la noche. Inviernos duros, que desolan sus largas calles y el alma de quienes la viven. Hombres en eterno movimiento, persiguiendo sueños inconclusos. Espacio de contrastes extremos, disímiles universos conviven en una diversidad desesperada, torre de Babel moderna, dioses en exilio, sexos múltiples, razas perseguidas se preservan o se mezclan en un accionar cultural continuo. Toda esta ciudad se asemeja a un altar, altar de un mundo que se observa a sí mismo a través de ella. Símbolo de la sociedad, de la opulencia y a la vez símbolo del vacío, de la soledad de los hombres de nuestro tiempo. Gran puerta de los sueños alienados, construidos en el inconsciente colectivo de los hombres del planeta. Aquí vivimos. TIERRA DE NADIE.
Francisco Elias Prada
